Quiénes somos

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Nuestra inspiración

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Enrollándose los velos alrededor de la cabeza, las mujeres subieron a cubierta. Avanzaban a paso firme por el río, dejando atrás las oscuras formas de los barcos anclados, y Londres era un enjambre de luces con un pálido dosel amarillo que caía por encima. Estaban las luces de los grandes teatros, las luces de las largas calles, las luces que indicaban enormes plazas de comodidad doméstica, las luces que colgaban en lo alto del aire.

Ninguna oscuridad se posaría jamás sobre aquellas lámparas, como ninguna oscuridad se había posado sobre ellas durante cientos de años. Parecía espantoso que la ciudad ardiera para siempre en el mismo sitio; espantoso al menos para la gente que se iba de aventuras a cubierta.

Ahora avanzaban con paso firme por el río, pasando junto a las formas oscuras de los barcos anclados, y Londres era un enjambre de luces con un pálido dosel amarillo que caía por encima. Estaban las luces de los grandes teatros, las luces de las largas calles, luces que indicaban enormes plazas de comodidad doméstica, luces que colgaban en lo alto del aire.

Ninguna oscuridad se posaría jamás sobre aquellas lámparas, como ninguna oscuridad se había posado sobre ellas durante cientos de años. Parecía espantoso que la ciudad ardiera para siempre en el mismo sitio; espantoso al menos para la gente que se alejaba a la aventura por el mar, y la contemplaba como un montículo circunscrito, eternamente quemado, eternamente marcado. Desde la cubierta del barco, la gran ciudad aparecía como una figura agazapada y cobarde, como un miserable sedentario.

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Marie Martín
Redactora jefe

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Elizabeth Linden
Redactora de viajes

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Janet Smith
Guía turística

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